Los MEJORES Restaurantes Mediterráneos en Cali

Hay muchos restaurantes mediterráneos que me gustan en CALI; pero estos adoro recomendarlos por experiencia, por buena comida y gusto personal. Definitivamente son LOS MEJORES!

Storia D' Amore

Avenida 9 norte #14-57

¿EL RESTAURANTE MÁS ROMÁNTICO?

Mágico, íntimo, muy apasionado. De esos lugares en los que pierdes la razón y te llenas de una euforia y un jubilo inesperados.

Tu situación empeora (o mejora), después de la primera copa de vino y aumenta con el brindis de la segunda y de la tercera; entonces empiezas a pensar que estás alucinando (o que te pasaste de copas), porque al mejor estilo de un Alicia en el país de las maravillas todo se va presentando tan extraño, tan poético y perfecto que resulta prácticamente irreal: el dj que lanza discos desde un antiguo topolino, los montes de velas, la lambretta mal parqueada a la puerta de la gelatería y las rejas con la doble “S” donde quedaron mis recuerdos en el pequeño candado que tenía las iniciales de este par de enamorados. Miré a Aleja ¿todavía estoy en Cali? porque de no ser así no me quiero despertar.

Pedí el enorme y elevado Ossobuco en su salsa de vino y limón. Tremenda pinta se dió! El descomunal y sueltico bombón (y su hueso hueco), llegó servido sobre un cremoso risotto de azafrán. Las carnitas se desprendían con solo tocarlas. Qué gusto, qué sabor, qué tremendo plato por Dios.

A mi lado Aleja ni respiraba dando cuenta de una jugosa pasta con mariscos di mare y pomodoro para entreverar los camarones, los calamares y el pescado blanco que chisporroteaba de frescura bajo el vino blanco.

Que noche tan increíble… que aún no he podido descifrar si la viví o la soñé. Pues bueno, tendré que volver para averiguarlo!

Casa Ibérica

Calle 3a Oeste #3-07

Vamos TÍO (leer con acento español), qué a mí no me convences con cualquier PAELLA!

Esta no es una recomendación normal, es más bien una abierta declaración de amor para un restaurante en Cali, para sus cocineros, para sus dueños y para la comida que se cría, se cocina y se sirve allí.

Gran parte de mi familia es española, por eso la cocina ibérica tienen gran significado para mi. Cuando pequeño, además de los asados de domingo, estaba siempre alguien de la familia batiéndose entre el guiso del sancocho y el arroz de la paella. Con la misma facilidad saltábamos del guandú a la fabada y anticipábamos una hayaca con la tibia tortilla de patatas.

Mis primeros recuerdos están en ambas naciones: aceitunas y mojarra; alioli y bollo e yuca; butifarra, jamón serrano, guascas, arepa, pimiento, cayeye y azafrán: una deliciosa fusión de 2 mundos que enredábamos como si nada: sobre el bollo el manchego y, dentro del mote alcaparras! Barranquilla y Villena unidas en un solo cucharón.

Pues bien, lo qué viví anoche fue un regreso a esos dulces recuerdos, al abrazo de quienes tanto amé: mi abuelo Paco, mi tío Mingo, mi tío Pepe; que ya no están para bañar de vino la paella, pero que se quedaron en ese lejano cucharón de palo. Con los 3 me senté a la mesa y comí con sus recuerdos, con sus antojos, con sus respiros azafranados: una íntima ceremonia para ellos.

Y “flipé” con las cremosas croquetas y suspiré raspando el socarrat de la paella, su arroz meloso, el delicado fumet, la humedad del caldoso; como si estuviera en la vieja casa de mi abuelo hermoso; y las patatas bravas y el alioli, y las oscuras morcillas de Burgos con sus friticos de codorniz. Y cuando pensé que lo había logrado, qué me levantaría de aquella mesa sin haber llorao, PUMMM… me sirven unas torrijas con helao! “Vamos crío (léase con acento español), pero por qués que no has llorao”, casi, casi.

Para mi no fue una comida más, fue un tremendo regalo de vida que me dieron Claudia y Enrique, e Iván La Oveja Foodie de la familia (mi amigo bloggero que me citó en este lugar con su bella esposa), y CALI a La Carta, y Nayrbh que me acompañaron en esta sentida comilona.

Gusto Español

Galería Alameda

¿UN ESPAÑOL SE PERDIÓ EN UNA PLAZA DE MERCADO? y encontró una paella de $17mil

Llegué a la Galería Alameda buscando a Basilia. Pero cuando alcancé el pasillo principal me topé con una placita mediterránea muy al estilo de los pequeños mercadillos del centro de Madrid. Quedé paralizado, con una sonrisita nerviosa y con los ojos saltando entre los lamparones, las vitrinas y los muros de brochazos azules y de brochazos color rojo.

Una panadería por allí, una cocinica de mariscos, una arrocería y un bar de copas para rematar la faena después del trajín de un día de cotero acalorao ¿un español en una plaza de mercado? Me senté como hipnotizado esperando encontrar los añejos sabores y recuerdos de mis abuelos, de mi madre y de mis tíos! Sírveme una copa de tinto por favor. Y me sirvieron vino en medio de la plaza (que no es algo muy común, que no es algo muy esperao).

Pum pa’ la tortilla y pum pa’ la paella de este esperanzado. Llegaron rapidito, enormes y servidas con buen pancito. Una montañita de un meloso y amariscado arroz cortico que pocas veces lo he visto tan apeñuscado de mariscos. Ah por ello… y sin mediar palabra ni respiro fui dejando llenar la mesa con platos, platicos y platotes: un gustoso y apretado rabo de toro, unas gambas al ajillo y un plato de pulpo a la gallega que sirven por raciones de pequeñas “a” por medias. Que todo estaba delicioso. En especial esa paella, que aunque no me tocó rastro del socarrat, sí me apretó los recuerdos de mi familia española: la familia Pérez García de Villena hasta las greñas.

Al momento de la cuenta, en vez del confite sempiterno, terminaron poniéndome un café envenenao y un arroz con leche dulcito y especito ¿que pa’qué quiero más? Ay mi Cali bella… qué mundo de sorpresas las que me has regalao! Que no me quiero ir; que no me quiero ver partir… Ay mi Cali bella que me quiero quedar para siempre aquí.

La Cocina

Carrera 35 #4-41

QUÉ ANTOJO DE UN ARROCITO MOJAO Y ATOLLAO ¿ROSOTTO DE CHONTADURO? Que cosita más sabrosa y más especial.

Antigua Contemporánea

Carrera 10 Calle 2 esquina

-No creo haber visto algo igual en mi vida-, repetí bajito mientras seguía al mesero en su travesía… Superábamos arcos polilobulados, esculturas orientales, antiguas escalas, pequeños puentes, enormes fuentes y sus budas reposados… tras cada paso el mundo cambiaba a nuestro alrededor… Asia, Africa, Europa y sus recuerdos. Unos pasos arriba vi la cocina y las primeras sillas… Atrás habíamos dejando la exótica tienda de decoración del barrio San Antonio y ahora alcanzábamos las primeras luces del restaurante!

-¿Estoy borracho?-, le pregunté a Aleja, seguro que los vinos de la media mañana en Cali me estaban jugando una extraña pasada.

-No te preocupes, yo también estoy alucinando-, respondió con la misma cara de sorpresa que tenía yo!

El piso de piedritas, el sonido del agua, el olor a madera, mata y humedad me dieron la bienvenida al patio trasero de la casa colonial… Allí, entre elaborados portones, muros abiertos, vigas de madera, cuencos de pétalos y más budas de pie, en loto y en paz, descubrí Antigua Contemporánea… el lugar más romántico, profundo y exótico donde he comido jamás!

Las mesas estaban escondidas por el jardín, bajo cortinas, entre muros, al pie de columnas, plantas y más fuentes… al final, una que parecía de guarida, obscura y novelesca… No fue fácil decidir!

-Salmón-, anuncio el joven que nos atendía antes de dejar un precioso costado del pescado, en extremo brillante y reluciente! Sus dulces acentos a mantequilla, a pimienta y nuez me devolvieron a este mundo y al ahora, me bajaron de la nube de asombro en la que andaba. Apuré un sorbo de ginebra y hundí el tenedor para separar sus gruesas y marcadas fibras. Todo ese jugo, el de sus resbalosas e inquietas olas, se abrió sobre mi lengua… el hierro, el humo, el dulce y la sal… el aceitoso cuerpo que fue deshaciéndose como confite mientras lo exprimía contra el techo de mi paladar! El cielo, la luz, la gloria! Cada pedacito untado en puré de plátano maduro, dulce pimienta negra y cebollas glaseadas… Tan hermosos el plato, el restaurante a cielo abierto y la experiencia toda, que a veces dudo si fue de verdad… ¿sería producto de un dulce y borrachito sueño? Me salvan las fotos… Las miro ¡Carajo fue de verdad!

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