Hay muchos restaurantes que me gustan en MEDELLÍN; pero estos adoro recomendarlos por experiencia, por buena comida y gusto personal. Definitivamente son LOS MEJORES!

OCI.mde
Carrera 33 #7-21
El restaurante es encantador… apenas pasas la puerta te sumerges en un ambiente romántico y sofisticado como ninguno; de profunda reflexión y poesía. Cada espacio está diseñado para eso, para ser pensado y sentido: los íntimos rincones, las paredes de ladrillos abiertos y maderas rústicas; rejas, espejos, dibujos, tenues luces… el calorcito de las velas enfrascadas que va rompiendo las sombras, de a poco, descubriendo tras cada nueva mirada, un divertido amasijo de texturas y artilugios: un aparejo aquí, un vidrio allá, un panal de piedra al final. Por eso, además de su creativa comida, sentarse en este restaurante siempre será una sabrosa aventura… y la aventura comenzó así:
A la mesa me llegaron con un revolú de brillosos y carnudos chicharrones en ensalada, crocantes, divinos, ensurrullados entre hojitas de berros, cebollitas y zanahorias encurtidas con pellizcos de ají, hierbabuena y unos cortes de toronja que estallaban en jugos tras cada mordisco. Ni se imaginan la fiesta… y la vinagreta de ponzu, acidita, frutosa, perfecta para cortar la crema del chicharrón, su hierro, su sal y su hermoso dulzor.
Y cuando apenas estaba asimilando la sorpresa, me dejaron un trío de costillotas de res perfectamente terminadas, servidas sobre de un caldo de su misma reducción carnuda… para ir mojándolas tras cada mordisco (y para mojar el arroz), ají, caramelo y limón… pa’ poner a llorar a cualquier costillologo: robustas, enormes suelticas y jugosas como ninguna.
Que sí, que sí… que la cocina de OCI es respuesta al inquieto paladar humano, es reto y provocación!
Lo dije antes, lo repito ahora: me levanto de esta mesa, pero aquí, en el aire sepia y fragante de este lugar… bajo sus sillas, sobre las mesas; enredado en los calados del patio y en las luces de la entrada, dejo parte de mi alma y mi corazón… Mi eterno agradecimiento a Laura Londoño, genial capitana de este restaurante; para mi, la maestra del fuego eterno y del furioso fogón!

Colosal
Calle 16a sur #9f-13
ÚNICA!!! PERFECTA; así fue mi experiencia de hoy en COLOSAL, sin duda alguna, uno de los MEJORES restaurantes en la historia reciente de Medellín (y de Colombia).
A parte que es uno de los más sorprendentes (en diseño y estructura, y en vista ni que voy a decir), su comida es delicada, sabrosa y muy bien pensada! Con todo me ha ido bien allí. Es divertido para los sentidos y es un delicioso reto para cualquier exigente comelón.
Esta es mi cuarta vez y en cada sentada me he ido convenciendo más: la de COLOSAL es una experiencia de talla mundial! Si estuviera por fuera, segurito sería más aclamado, más reconocido, más alabado. Se por qué lo digo: acabó de llegar de una gira por algunos de los restaurantes más importantes del mundo (varios con estrellas Michelin), y les digo: Colosal nada tiene que envidiar (y está en mi ciudad ¡qué dicha por Dios!).
Hoy me sirvieron un jugoso, firme y más gustoso StripLoin en una reducción de su misma grasa… ¿el término? por fin, perfecto: medium-well, como tiene que ser terminado un corte con grasa (en Colombia el término es un golpe de suerte porque no utilizan termómetros para parrillar), y yo sí que soy fregado con eso… pero aquí, lo lograron con gran pericia y honestidad: el punto apretado, la grasita desleída, su temperatura precisa, la tibieza de cada pieza, las fibras suelticas, entreveradas en su oleosa humedad: gustosa, justa, divina… que me la volvería a comer PERO YA!!!
Y Aleja pidió unas pastas con mariscos… deliciosas a más no dar! COLOSAL ya, encabeza mi listado de favoritos en la ciudad!

Alambique
Carrera 41 no 10-06
La puertica oculta, sin cartel. Casi miré a ambos lados antes, como para asegurarme que nadie me viera entrar allí. A pesar de dar sobre la 10, el lugar estaba oculto, muy oculto de la mirada curiosa de los transeúntes ¿qué será? ¿qué esconden allá atrás? Subí las empinadas y obscuras escaleras para descubrirlo: tras las matas, las cabezas de animales, la penumbra y las luces casi apagadas, descubrí una vieja casa, con su horno de piedra, sus paredes de tabla y un arrume de antiguas galas… “una destilería oculta en la selva”, le susurré a Aleja mientras iba siendo jalado por sus aromas a coco, jengibre, panela y ron!
“Este es uno de los restaurantes más hermosos que he visto en el país”, repetí mientras iba sentándome en la mejor mesa y en la más curiosa de Medellín: al borde del tercer piso, mirando hacia la calle, bajo el enorme árbol y de espaldas al salón!
SEVICHE de CHICHARRÓN:
Eso escogí del menú. Una enorme bandeja atestada de gruesos cortes del más delicioso chicharrón, no lo había visto tan grande ni tan gustoso (800g), revelando sus 3 sabrosas texturas: muerdes para atravesar la crocante piel, la cremosa grasita, la carne rejugosa y reblanquita. Toda una experiencia resultó este gordito y brillante chicharrón!
Llegó embebido en una ácida y picosa leche de tigre, cundida en cebollitas moradas, en pimientos coloraos, en aguacate, maíz y más cilantro cimarrón! El mordisco, el cielo… los apretujones del jengibre, el pique y el limón domados por el hierro dulzón de su suave y divina grasita! Muchas horas de horno, de fuego y piedra hasta alcanzar uno de los chicharrones más sabrosos, sorprendentes y gustosos de cuantos he comido en estas tierras!
Y hasta muy económico resultó ser, porque de sus 800g comen hasta tres, golosos y buena muela… y les juro que hasta dejan!

Sambombi Bistró
Carrera 35 # 7 – 10
¿El restaurante más PEQUEÑITO de Medellín?… terminó siendo el más dulce, delicado y delicioso.
Un secreto en la ciudad, es hasta difícil dar con él; casi que un escondido templo del buen comer: 6 mesitas, una alacena de vinos, una justa cocina y algunas ventanas que dan al exterior.
No hay adornos ni nada que desvíe la atención del comensal. El centro es la comida, el motivo es la comida, la conversación es la comida y nada más. Es como una sabrosa meditación al rededor del plato: emoción, entrega, pasión total.
Allí todo está dedicado a los sabores y expresiones de uno de los mejores cocineros en la historia reciente de Medellín: Jhon Zárate, el genio de La Legumbrería volvió a aparecer como el mago que es, como el poeta que es… su cocina te deja loco y te deja devoto a la vez.
Lo de él es tan serio y tan bien logrado, que te sientes comiendo en uno de los grandes del mundo. Es profundo, es divino, es perfecto en su pequeña inmensidad de platos y sabores.
No es una comida normal (en el sentido más práctico), es revelación: de lo sencillo a lo más elevado!!! Comí el Morrillo y comí el Atún, ambos para morir de la dicha y del placer!!! Por DIOS, no he salido y ya quiero volver.

La Rufina
Una cuadra antes de la Escuela de Ingeniería
¿Un viejo taller de MOTOS convertido en restaurante?
Así como suena. Cruzas la puerta y el mundo cambia: ¿es un taller? ¿es un restaurante? ¿es un almacén de motos?
La Rufina es un restaurante que cocina para aventureros, motociclistas y moteros… diferente, relajado, muy muy divertido.
De la carta elegí las papas con todo (que me encantan), la burger y el perro caliente. Tres platos sencillos, callejeros incluso; pero muy bien logrados, con gran nivel y mucho juicio… Qué delicia por Dios!

Bistró el Mordisco
Central Mayorista, Bloque Naranja, Local 0156
¿El MEJOR SEVICHE está escondido en esta PLAZA de MERCADO?
Comer donde RAFA el PERUANO en la MAYORISTA es un encuentro con la felicidad!
Qué hermoso momento. Estar sentado en la mesa de Rafa el peruano, después de tantos años de no verle, es una profunda alegría para mi. Lo miro mientras mueve su cuchillo con destreza y profunda consciencia; como el suave sube y baja de las olas de un mar en calma. Su rostro refleja una tranquilidad que pocas veces he visto antes. Sé que esa paz será la que me comeré más tarde en lo que prepare para mi y eso me alegra más… Tener esa sensación de encontrarme frente a un alma antigua, que cocina desde el amanecer de la vida, alimentando el cuerpo y el espíritu de quienes tienen la oportunidad de conocerlo y comer de su mano.
SEVICHE DE CORVINA!
Pongo un trozo del pescado en mi boca y empieza esta fiesta de frescas y coloridas emociones: el ají, el limón, las plumas de cebollas, el cilantro; un estallido de ácidos acentos que me destemplan los dientes y el corazón: La leche de Tigre, el jugo de la naturalidad.
Ese insuperable sabor a mar de la corvina recién pescada, de fibras compactas y bien tratadas; el corte limpio, los gruesos cubos apenas marinados; que respetan al sagrado pez. Ha dado su vida para alimentarme, y le doy las gracias, a él y a su Dios. Por eso Rafa, devotamente, respeta su razón de ser, su brillo; le otorga verdadero gusto y lo hace un bocado celestial para mi.
Descubro que bajo el pescado conviven lajitas firmes de un rosado pulpo, sabroso como ninguno, que rompe la monotonía del bocado constante, que abraza el paladar con nuevo aire… y unas suaves yucas cocidas para limpiar el paladar. Que buena combinación de sabores y texturas.
La cocina de Rafa es un espectáculo para el ojo, para el paladar y para el espíritu. Ni te imaginas la felicidad que se siente comer bajo su dulce mirada.

El Barco de Buena Mar
Carrera 48 no 85-198
Su construcción, la típica cabaña de madera del Pacífico colombiano. Las mesas están frente a una cocina abierta desde donde una cuadrilla de hermosas cocineras de estas tierras, logran los más frescos y gustosos platos de mar.
Debo reconocer que descubrir este restaurante, cambió mi vida y la percepción que tenía sobre aquello que me alimenta. Aquí encontré muchas joyas gastronómicas del Pacífico…
“PARGO FRITO”
Pargo fresquecito, pescado esta madrugada en Bahía Solano y traído unas horas después en avión, para que llegue suave y fresco hasta la paila de Buena Mar… y así se siente, como si acabaran de jalar el cordel y bajar de la lancha! Bajo la rojiza piel frita, robustas fibras de carnes blancas, firmes y brillantes… muy jugosas, muy limpias. Se van soltando hasta entregarte todo ese mar, todo ese hierro, toda esa sal… Un chorro de limón, arroz e coco y patacón… el sabor inmenso y puro del buen pescado de Buena Mar!

El Cielo
Cl 7D #43c 36, El Poblado
Es comer en un mundo de ficción. Cada plato, un potente e inesperado juego. Me siento en el escenario del circo del sol, donde mis sentidos son llevados a través de una serie de volteretas, saltos, piruetas, vértigo y placer sin igual.

Canalla
Carrera 37 # 8a – 29
¿La terracita más ROMÁNTICA de Medellín? La de este CANALLA!
Comer en Canalla resultó ser un sabroso sueño; no solo por su cocina, que es sin duda una de las mejores de estas tierras, también porque el lugar es mágico: el bar ambarino, el cielo abierto, los canastos que cuelgan y el árbol que brilla frente a tus ojos en lo que yo podría decir “la terraza más hermosa de Medellín. Todo allí te llama al placer y a la alegría.
Fui con Aleja a probarlo todo… y nos enamoramos más… una danza de sabores y colores increíbles se sucedió sobre la mesa toda la noche, nostálgica danza convertida en careos a pimiento y azafrán, lo de aquí y lo de allá, lo mediterraneo, lo propio y lo oriental resumido en un mismo stand… y sus remates de vino y pacharán!

Don Diablo
Cra. 36 #10A-45
Mi esposa me miraba. Sabía que algo había pasado en mi corazón. Estaba allí aturdido, inmóvil, casi sin respirar; con la mirada desvanecida en el oloroso y enorme Porterhouse que acababa de llegar!
A mi lado, el joven que me atendía sostenía una antigua caja de cuchillos, esperando que eligiera el que quisiera elegir. Curioso, cada cuchillo en este lugar tiene una historia que contar, algo así como las varitas de Harry Potter “aquí el cuchillo te elige a ti”.
Tomé uno que parecía “el deshuesador” y lo hundí atravesando las firmes y jugosas fibras del ancho filete y su chata dual. Un certero tajo que bajó desde el acaramelado y brilloso exterior, hasta el más tibio, natural y húmedo rosa interior!
La mordí, la prensé, la exprimí, la gocé… nada había sido igual, me apretaba el peso delicioso de su extensa madurez (21 días dry-aged), sus brillantes y mantequilludos jugos, sus domadas fibras… la perfección del hierro, el aire, el fuego, el humo que se habían venido pegados como jalea sobre su piel. Una carne perfecta, de sabores, terminaciones y conclusiones perfectas. Se los juro, fue tan fuerte la emoción que lo único que quiero hacer es regresar hoy, quedé enviciado, resabiado, encaprichado con uno de los mejores cortes y restaurantes que he conocido en mi vida de comelón! Y eso que aún no he hablado de los otros platos (que pronto lo haré), del steak tartare que casi me pone a llorar y de su trufa acompañada con pan en carbón de coco.
Si yo fuera el tipo de las estrellas Michelin, le habría estampado, a este diablo, UNA de una vez (no se imaginan la delicadeza, el tino y la perfección de su servicio… no se imaginan el gusto y la sobriedad de su sentida cocina… no se imaginan la hermosa sencillez y el romanticismo del lugar, desde la escalera hasta la pared final).

La Santa Guadalupe
Amsterdam Plaza
¿TACOS, CARNITAS Y GUACAMOLE CON CHICHARRÓN? EL MEJOR MEXICANO HA LLEGADO POR FIN (OJO: está en Bogotá, en Cartagena y ahora en Medellín).
“Esta es la experiencia más chingona…”
Hace varios años conocí un pequeño restaurante mexicano que, desde el primer momento, consideré el mejor de por aquí. Una cosa auténtica, loca, sofisticada y totalmente diferente.
Me impresionó mucho porque por esos días venía recién llegado de México después de comer en algunos de sus mejores restaurantes y callejeros como delegado internacional para los “50 Best Restaurants”. Así que llegaba con el saborcito de la tierra de los Aztecas aún pegado en los labios, convencido de ser el especialista más chido de por aquí. Por eso me sorprendió tanto! Cuando lo conocí y probé su comida fue como: ¿pero qué pasó aquí? ¿ya no estoy en México pero como si aún estuviera comiendo allí? Impresionante pa’qué! Y desde ese entonces a hoy nunca me cansé de recomendar su molcajete de guacamole con chicharrón, sus tacos de arrachera, sus tacos al pastor, de birria y de carnitas y sus potentes y frescos margaritas.
Lo conocí en Bogotá y me enamoré! Lo repetí en La Serrezuela en Cartagena y me emocioné. Y esta semana lo descubrí en Medellín y siento que morí, que fui al cielo y me devolví! Qué cosa más espectacular. Mariachis a todo taco, catrinas, fiesta; aromas nixtamalizados, amolanados y entequilados… me lo gocé tanto que hasta se me fueron los tragos del júbilo, del arrebato y el frenesí… y acabé con una botella de Mezcal desde Zacatecas hasta San Luís Potosí.
SALUD! SALUD! SALUD! “México lindo y querido… si muero lejos de ti… que digan que estoy dormido… y que me traigan aquí”. BRAVO POR MI SANTA GUADALUPE… y bienvenida a Medellín!

Pane e Pomodoro
Carrera 73 no 5-06
No se imaginan la felicidad que siento cuando descubro algún lugar pequeño y delicioso, de auténticos sabores y precios chiquiticos. Esos valen para mi todo el oro del mundo y son, sin darle tantas vueltas, la verdadera razón de mi trabajo: la aventura gastronómica!
Este me lo encontré en Laureles, abierto un viernes santo por la tarde… y oh! sorpresa: sus hornos y sus mesas estaban colonizadas por “veros” italianos! Los platos se veían y olían muy bien.
Primero llegó una pizza, como más me gusta a mi: centro delgado (pero no galleta), bordes inflados, crocantes y pecosos! Encima, tomate de verdad, mozzarella desleído, champiñones frescos y unas jugosas rueditas de un manso chorizo artesanal, preparado en casa, con la receta verdadera de las nonas italianas… cada mordisco, un sabroso quemoncito del cielo! Sin duda, una de las mejores pizzas que me he comido en estas tierras.
Luego las pastas… firmes, neutras, puras, embelesadas con los más jugosos y frescos preparitos, tal como las servirían en la madre patria. Pedí primero una corta, la más típica: “caserecci” con mejillones, almejas, calamares y camarones en tomates chafados y aceite de oliva! Plato sencillo, profundo, inolvidable.
Pedí después unos ravioli de ricotta y espinaca! Bajo sus apretadas barriguitas habían conseguido un gusto inusual… algo tan básico, ¿cómo puede ser tan especial? el queso en boronas, su crema, su sal, su acidez… la espinaca ensurrullada, las bolsitas de pasta selladas y cocidas, hundidas en un dulce puré de tomate… otra experiencia deliciosa.
Para cerrar, una rebanada de una tarta de chocolate negro recién horneada por el pizzaiolo y servida sobre crema!!! Pucha!!!! Tendré que volver 20 veces más!!!
Sancho paisa es super buenísimo
Ve a visitar el árbol de la vida en Suramericana, vale la experiencia.
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