Las Mejores Hamburguesas, Pizzas y Sushi en Bogotá (2023)

Hay muchas hamburguesas, pizzas y sushi que me gustan en BOGOTÁ; pero estos adoro recomendarlos por experiencia, por buena comida y gusto personal. Definitivamente son LOS MEJORES!

Los Valientes a Fuego

Calle 85 no 18-90

¿Una de las mejores BURGERS del mundo me la encontré en Bogotá?

De las muchas hamburguesas que he probado en países de Latinoamérica, EEUU y Europa debo aplaudir las de Au Cheval en Chicago, Aviburger Madrid, Esa Flaca Rica Panamá, Ground Burger en el mercado de Lisboa, Raouls en NY y otras muchas en Berlín, Ciudad de México, Lima y Buenos Aires.

Pero muy a la altura de estas me encontré una hamburguesa en Bogotá capaz de igualarme semejantes recuerdos y remontarse por mucho al tope de este listado mundial. Sí, se llama Los Valientes y sin duda alguna es una de las mejores que he probado en la capital.

La sirven en un elástico y curioso pan pretzel de cocorota reventá. Al centro 200 gramos de purita carne de res madurada en seco, auténtico dry aged hasta alcanzar unos sabores maduros, intensos y especiados: fuego, hierro y caramelo. Al mordisco resulta casi que cremosa y dulce de su grasita entreverá.

Encima un revolú de cebollitas en confitura, ajos rostizados y el más increíble cheddar ahumado de una comunidad Amish cerca de Bogotá. Por Dios que se la toman en serio. Tremenda hamburguesa; una auténtica joya del máximo arte hamburguesero. Se llama la “mucha cebolla, mucho queso” y es una maravilla de talla mundial. Claro, también tienen la burger clásica y una papitas chorriadas de abuelita en cacerola que son la perdición (en la foto están). Cruzaría el mundo para volverla a probar.

Sir Frank

Calle 70a #10a-42

¿Quién fue capaz de ir tan lejos?

“La grandiosa HAMBURGUESA de SIR FRANK en Bogotá…”

-¿Ya conociste Sir Frank? El exitoso Food Truck que terminó convertido en restaurante aún más exitoso-, me preguntó Kaplan con cara de asombro. -Las hamburguesas de ese lugar son realmente especiales… Ah! y prepárate para un viaje a los años 50-. No entendí la advertencia final; pero viniendo de él, la recomendación tenía que ser bien seria. Era urgente salir a probarla!

Por fuera, el típico Pub Inglés, tras la puerta, el viaje del que me habló Kaplan: Bibliotecas repletas de libros, sala con chimenea y televisor de caja, lámparas viejas, muros llenos de relojes, cuadros, fotos y antiguos radios… y claro, el gran cuchillo en la pared! -Ya me entenderás cuando lo veas-.

Pedí una “SIR” Burger: 200grs de una brillante y apretada albóndiga metida dentro de un pancito artesanal, que llega mojado por los fragantes jugos de la mezcla de finos cortes. Una hamburguesa magistral, repleta de curiosos acentos: cebollas al vino tinto, vetas de tocineta coloradas y crocantes, un queso cheddar convertido en delgada capa que, además de aportar sabor, abraza la carne y le da un apetitoso y húmedo barnizado. Lechuga crujiente, delgadas papas rústicas, salsa de pimienta y queso, o Cacio e Pepe, y una sabrosa reducción:

-Es salsa Bordalesa, una demi-glace a base de vino tinto-, me dice orgulloso uno de sus cocineros.

-No puede ser-, le respondo emocionado, -la mítica “Sauce Marchand de Vins”, la salsa francesa de los mercaderes del vino!

Esta no es una hamburguesa cualquiera… Es una obra de arte atrapada entre 2 pancitos y una bola de carne ¿Quién fue capaz de ir tan lejos? No lo sé; pero gracias a él o a ella, siento que he mordido el cielo.

Ugly American Bar and Grill

Calle 81 #9–12

El “HORRIBLE Americano”… y si “HERMOSA Hamburguesa”

-Toda buena hamburguesa es un blend de carnes de calidad. Ahí está el secreto-, me dijo Kaplan mientras dejaba sobre la barra una generosa y fragante escultura de pan, carne y queso.

-Tiene toda la razón!-, o al menos eso gritaban mis cautivados sentidos, mientras se regodeaban en los divinos jugos que había soltando la “Ugly American Burger ($35)”, en mi boca y corazón.

Ataqué de nuevo, de ladito, porque era imposible abrazarla de una sola mordida: Pan Potato, queso Provolone, cebollas caramelizadas y otro tanto de esa robusta, especiada y jugosa albóndiga de Angus importado. Cerré los ojos para exprimir la hermosa mezcla, buscando entenderla y sentirla mejor.

-Hay algo en ella-, aseguré esperando una respuesta… -algo tan diferente y especial que no logro descifrarla del todo-.

Sonrió para luego soltar sus máximos secretos como metralleta:

-Escojo mis carnes, las porciono y maduro yo mismo en el restaurante… las pico, las mezclo y, en la mayoría de los casos, las armo 5 minutos antes de enviarlas a la mesa. Entre más fresco el armado, mejor-.

-Tu hamburguesa-, insistí con mi emoción, -es una de las mejores del mundo!-.

Volví a morder para terminar el cachito de otro de los reyes de este divino bocado, el Potato Pan que sirve de cinturón a tan genial creación. Un pancito de papa de miga con 3 marcas de fuego sobre su piel. Un poco más elástico que los panes de hamburguesa regulares… Muy, muy sabroso!

¿Qué puedo decir para expresar tanta felicidad? ¡Mi vida, por repetir esta experiencia!

Hache de Hamburguesa

Carrera 12 #119-08

Así me la encontré unos días antes de lanzar el BURGER Master en la capital. Me había llamado un amigo a decirme: “con esta BURGER vas a llorar”… el antojo era tal que caminé desde la calle 85 hasta la 119 porque ningún taxi me quería llevar (bendita hora pico).

Me dió una cosa cuando la vi sobre la mesa… llegaba muerto del cansancio y del hambre… ¿34 cuadras para que “esta” me viniera a sacar la lengua así?… y quedé enamorado: pan de papa doradito y cachetón, ajustado al rededor de un sellado, jugoso y sueltico albondigón… 200g de purita carne de res… queso, larga tocineta y los vegetales más crujientes y frescos que pudiera imaginar!!!

¿Una de mis HAMBURGUESAS perfectas?, ESTA es UNA de ELLAS… sin excesos, sin adiciones, sin 20 combinaciones innecesarias… limpia de toda barbaridad: la mejor carne, el mejor pan, buen queso, divina tocineta y fresquito vegetal… eh aquí una HAMBURGUESA buena… BUENA de verdad!!! (La de la foto es la Hache Bistró).

Ushin Japanese & Grill

Calle 24a no 57-60

ME DIJERON QUE SERÍA IMPAGABLE; pero al final me pareció hasta muy bien! Prepárense pare el INOLVIDABLE SUSHI de este japonés!

Me descubrí un restaurante en Bogotá que ademas de servir uno de los sushi más sabrosos de por aquí, es un espectáculo total: la vista sobre la ciudad, la música, las decenas de rincones y momentos secretos para elevarte por encima de sus 14 pisos. Un par de hashi, una pinta de wasabi, un bocado y ahí sí que vas a estar mil metros más cerca de las estrellas.

Se llama Ushin y es verdad que es uno de los restaurantes más hermosos y sofisticados de por aquí. No te cansas de mirar, de sorprenderte y repetir.

Sirven carnes en robata sobre carbón binchotan y sirven buen sushi; y acompañan la noche con vibrantes cocteles traídos de otros mundos.

Todo el salón y sus esmerados platos terminan siendo una de las experiencias más grandiosas de la capital. Adoré comer allí.

Queda en el piso 14 del Gran Hyatt y desde la puerta ya prevés que será una experiencia sin igual. Es tan diferente, es tan exótico e imponente… además debo insistir en los precios tan ajustados, incluso por debajo de lo que imaginé para la tremenda experiencia que ofrecen allí. El entable es como los Michelin de San Francisco, Chicago o New York.

Fui una vez y a la semana siguiente regresé, que no es fácil que repita un restaurante una y otra vez; pero con Ushin la cosa fue distinta; me emocioné, me ilusioné y terminé recordando algunas de las mejores mesas de mi vida.

Luego me enteré que su chef, el chef Yusa, viene de algunas de las mejores cocinas fuera de Japón como Momotaro, Huto y Nobu. He estado sentado en sus mesas, he disfrutado las tres. Con razón tanta sapiencia, con razón tanto gusto y tan buen sabor ¿y está en Bogotá?

Osaka

Carrera 13 #85-25

Una de las experiencia mas sabrosas que he vivido en Bogotá fue la de Osaka, un imponente restaurante de cocina Nikkei (Peruano Japonesa), donde comí, gocé y disfruté un enorme recorrido de curiosos y más sabrosos platos; creo que hace mucho tiempo no sentía tal delicadeza de sabores, tal esmero, tal fineza… no hay entradas allí, ni platos individuales como tal, es una fiesta de pequeñas joyas culinarias para compartir… eso lo hace más interesante.
Voy a contar los momentos rápidamente, porque fueron muchos y muy sabrosos: arranqué con el Tako Nikkei, un brillante pulpo de firmes carnes azotado a fuego y hierro. Llegó servido con un chimi Nikkei (con jengibre y hondashi), y puré de yuca, hermosa textura, hermoso sabor. Enseguida hizo su entrada triunfal el “Kunsei”, frescos cubitos de salmón ligeramente ahumado, armados en montañita sobre una traslúcida ponzu de ácidos y dulzones toques. Cosita pura y deliciosa.
Luego, láminas de un pescado blanco, tan delgadas y bien cortadas que prácticamente se podía ver a través de ellas: “Yuzu Shiromi”, un tiradito hundido en una salsa con suaves toques a vino, limón y naranja! No tuve ni que morder, apreté para derretirlo en la boca! Bendito confite marino!
De inmediato, llegaron 2 de sus más grandes experiencias: los nigiri de papada de cerdo al horno o “buta” (como mantequilla en la boca), y unos maki de un arroz sutilmente aderezado, de granos suelticos y jaleosos: “el Tigger”, anunció el U~eitā (el mesero). Sin duda, uno de los mejores “Sushi” que he probado en estas tierras: langostinos, aguacate, pescado y mayo asevichada con trocitos de maíz cancha! Una genialidad, un regalo para el ojo y el paladar.
Y así fui pasando de una emoción a otra, de los scallops a las gyozas y del Nori Furai a una de las costillas más suelticas y gustosas de cuántas he probado en esta humanidad… y claro, el pato que no podía faltar: confitado y servido con shiitake y ají amarillo sobre arroz de sushi y hojas de plátano.
Hace un mes estuve allí y aún sigo dándole vueltas! Tal sutileza, tal pericia y delicadeza me marcó profundamente y para siempre.

Viva La Vida

Autopista Norte no 114-44

NO ME LO CREO ¿Qué es esto tan DIVINO por Dios? ¿COMER o MEDITAR?

Acabo de conocer un restaurante en Bogotá que me dejó loco de la dicha y la emoción. Tiene todo lo que espero de un gran restaurante: buena comida, perfecta técnica y una experiencia que me dejó marcado para siempre. Sí lo hubiese vivido en cualquier lugar del mundo lo habría contado con igual excitación… pero soy de buenas, está en mi país y fue capaz de brindarme un memorable viaje de los sentidos.

No solo llegas a comer, llegas a un ritual de desconexión y profundización increíbles: los pétalos de rosas que dejan por doquier, el toque del Buda, la ritualidad del lugar, el árbol para sentarte de espaldas, como se sentaría un Samurai, y al final el zumbido lelo de un tazón cantador (cuenco tibetano), mientras te pintan tu tercer ojo… así abres el apetito y te concentras en comer como los dioses… nunca había pasado preludio tan bonito ni tan significativo en restaurante alguno.

Y luego, con esta iluminación momentánea y una sonrisa de oreja a oreja, me senté en la barra. Vi danzar a los itamaes al rededor del hangiri de ciprés y su pala remontada; los vi acariciar el arroz, abanicarlo, tratarlo con tal dulzura y mimo que el resultado final fueron unos niguiris sublimes, unos con atún, otros con salmón, tatemados unos y brillados los otros; con polvos de oro y con caviar, y con trufas y foiegras. Alimento de dioses, anunciaron al terminar… lo apreté, lo sentí… alimento de dioses, respondí. Y ni qué decir de King Crab en su enorme caparazón, juntado con mantequilla trufada y terminado sobre carbón. Esto es… no es solo comer: es comer y meditar.

Massima

Calle 66 bis # 4-55

¿Una auténtica y verdadera PIZZA napolitana en Colombia?

Bueno ¿que puedo decir yo si soy un simple mortal? y, aunque he comido pizzas en muchos lugares de Italia no soy italiano y seguramente no tengo esa memoria ni ese profundo conocimiento de los pizzaiolos de verdad.

Pero lo que me encontré en este lugar, me remitió a mis días de prosciutto, masa fresca y parmigiano reggiano mientras pasaba una temporada en la Abadía Santa María de las Nieves frente al castello de Langhirano en Emilia Romaña. Todos los días comía pizza y pasta fresca hecha por las monjas en clausura y acompañaba con una buena copa del lambrusco de su viñedo particular.

Lo mejor que puedo hacer es retar e invitar a todo mis amigos italianos y a todos los conocedores de la mística y los secretos de una auténtica pizza a visitar esta pequeña pizzería y darme su honesta opinión. ¿Díganme si la pizza de Massima en Bogotá no es una “vera pizza napolitana” y de la original? Yo pienso que sí.

Para mi es una de las mejores que he probado por acá, con su masa elástica, su oleosa humedad y la ausencia absoluta de cualquier rastro o aroma a levadura. Delgadita, elástica, de bordes inflados y manchas leopardo gracias a la leña del místico Stefano Ferrara que trajeron directamente desde Nápoles. Purita leña de verdad. Unos segundos y la mejor pizza ya está.

La Diva

Calle 93 #13a-44

La que muchos consideramos y reclamamos “La MEJOR PIZZA italiana de Colombia”

Llegué con toda mi familia, éramos 18, y unánimemente nos sentamos en La Diva del Buena Vista. Los que ya la conocían no se cansaban de hablar de lo buena que era; los que no, estaban ansioso por conocer la que muchos consideramos y reclamamos “la mejor pizza italiana del país”.

Ya había escrito sobre esta pizzería hace un par de años y me ensañé con ella… la conocí en Bogotá, salí tocado con sus elásticas masas de suaves aromas; con sus frescos quesos y también con los maduros, salí altivo de recios embutidos, de jugosos antipastos y de finos especiados… loco con el fuego de sus hornos, sus aceites reinventados y la “amolinada” magia del lugar. Por suerte, la de Barranquilla no le cede un ápice, es grandiosa, es divina, es gloriosa. Lo mismo puedo decir de la de Cartagena, que también es preciosa y sabrosa!

Nos sentamos en una amplia sala de mesas bajitas y sillas Luis XV. Del techo pendían guacales, cajas y toneles. A un lado, amontonados, los blancos sacos de la harina. Recorrí el lugar con emoción. Amplio, descansado, imponente!

Al centro de mi mesa, 10 fragantes círculos cocidos, de bordes tiznados e inflamados! El olor era para tirarse de cabeza encima de ellas. Se me instalaba en la nariz, en la frente, en las entrañas… era difícil resistirse al abuso: comí y comí y no paré de comer. Los centros bullían agitados, colorados, brillantes en tomates, prosciuttos, rúgulas, pulpos, burratas, berenjenas, albahacas y toda suerte de potingues y preparitos! Cada uno más sabroso que el otro! Sus oleosas gotas se derramaban por mis dedos, obligándome a chuparlos, a empaparlos nuevamente y a volver a chuparlos, como celebrando el verdadero espíritu de la pizza! Cada sabor tan perfecto, tan definido; cada masa tan pura, tan bien concretada al fuego, cada mordisco tan curioso, tan gustoso, tan pulido… y el humo que se pegaba como jalea sobre mi lengua!

¿Como la DIVA? No hay nada como La Diva! Eso sí que es verdad!

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