Me llevaron hasta la casa Arsenal, arribita de la séptima, ahí, a la entrada de la vieja casona hay una pequeña ventana y, a través de ella (casi como si fuera un pecado o un secreto ilegal), te entregan los más carnudos, gustosos y equilibrados costillones (recién sacaditos de las humeantes fosas de un enorme PIT).
Lo que sucede allí, con los largos y ostentosos costillares (su perfección), es casi incomprensible para el ojo y el paladar humano: “hasta Dios manda a hacer sus costillas aquí en la Coa” (dicen sus comensales), y no les quito la razón… es que son tan suelticas, tan jugosas, tan bien terminadas que hasta el humo se ha hecho condimento sobre sus pulpitas carnes: 15 horas de acacia y cerezo hasta inyectarle, a sus 320 gramos, otros tantos gramos de humo!
El resultado final es para echarse a llorar del gusto y la emoción. De todas, qué muy buenas que las hay, la que más me ha gustado hasta hoy: le metes el dedo y se deshace sobre el platón! Ah, cosita más loca y deliciosa!
Comí sin medida y sin consideración, chupando de mis dedos la ligera BBQ que se escapaba tras cada mordisco: vinagre, mantequilla y miel… que aquí no hay sofisticación, que aquí lo qué hay es locura por comer!!!
La COA Barbecue
tel: (318) 346-0370
Calle 67 no 6-32
Bogotá
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