Hijo, hoy te entrego a la COCINA…

Hace muchos años llegué al mundo de las cocinas. Desde el primer momento quedé prendado del fragante universo de sus apetitos y sabores… debo reconocer que fue esa misma cocina, la que me invitó a encontrarme con la felicidad.

Por eso hoy te pongo en sus manos hijo… cuántas noches esperé, calladamente, que fueras cocinero (mientras tú querías ser ingeniero), pero la cocina hizo lo mismo contigo que conmigo: te salió al paso, te sedujo, te embrujó, te fue moldeando el corazón hasta convertirte en uno de sus generosos súbditos. Y aquí estás hoy, vestido y listo para batallar entre el fuego y el amor!

Escucha esto, son mis secretos y mi religión, muchos los aprendí en “La Mariano Moreno”, misma escuela a la que te entregas hoy:

Para cocinar bien debes dejar de lado el ego. Jamás buscar que la cocina sea un trofeo; porque la buena cocina, por encima de todo, es una profunda expresión espiritual, es gozo infinito, es el triunfo de Dios que cocinará a través de ti, y no al revés.

La cocina de verdad es aquella que no necesita reconocimientos, estrellas, ni alabanzas; se entiende en el aire, en las maripositas del estómago, en especial, cuando cocinas con convicción y entrega… se siente en los ojos inyectados, en el deseo infinito, en el placer desbordado y absoluto. Solo así lograrás hijo, la comida más pura, la que es imposible de razonar, la que supera los paupérrimos calificativos humanos para convertirse en sentimiento, en bondad, en alivio, en canto y alegre llenura para el comensal.

La buena cocina, hijo, es indescriptible, es indescifrable, es infranqueable y por ende, es eterna en su silencio… no se habla, se siente, se conmueve, se sonroja, se desea, se evoca, se somete, se muere y se renace en ella… se sellan el pasado y el presente en una sola cucharada… se encuentran la vida y la muerte en esa misma cucharada!

Con toda confianza y agradecimiento te entrego a la Mariano Moreno, escuela que, con paciencia y mucho amor, me fue forjando también a mi y, aunque nunca obtuve el título de cocinero, fue gracias a ella que alguna vez cociné.

Hijo, cocina con pasión, honestidad y mucho amor… busca elevar a todos con el certero golpe de un gran bocado… solo entonces las cocinas del paraíso se abrirán para ti.

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Esta entrada tiene un comentario

  1. FERLUIS

    CREO QUE DE PADRE A HIJO ES VALIDO TODO Y MAS … POR QUE NO SABEN CUANTO AMOR HAY EN CADA PALABRA..Y SERA MUY BUEN CHEF POR QUE LA PRIMERA CRITICA SERA DE SU PADRE Y HABRA MUCHAS MAS, QUE LO MOLDEARAN¡ FELICIDADES