
“Yo no recomiendo restaurantes, recomiendo platos de restaurantes… esa es la cuestión”.
Las experiencias que te comparto a diario están ligadas siempre a un plato. Por eso insisto tanto: cuando sigas una de mis recomendaciones, pide lo mismo que he pedido yo (ese plato sobre el que escribí en el post), de lo contrario, es posible que tú vivencia difiera por completo de la mía.
¿La razón?
Para mí es casi imposible recorrer la carta entera de un lugar, así que, previo a la visita, investigo a su cocinero, reviso la historia de su cocina y escucho comentarios de los amigos de esta red para llegar preparado, listo a encontrar un gran plato… a veces le atino, a veces no. De eso depende todo, si me gusta, escribo; si no, lo olvido. En todos los restaurantes hay platos muy buenos y otros que no lo son tanto. Ese es mi trabajo: adelantarme y ayudarte a elegir bien, que saques el mejor provecho de tu tiempo y dinero; asegurarme que tengas la experiencia más feliz!
-Me fue tan mal en un restaurante que recomendaste-, me reclamó un amigo antes de decidirme a escribir este artículo!
-¿Y qué comiste?-, pregunté con curiosidad!
-Pescado-.
-¿Y por qué pediste pescado sí mi recomendación fue sobre un morrillo espectacular que sirven allí? Te perdiste lo mejor-.
-Ah, carajo, tenes toda la razón! Ahora que lo dices, no seguí tu recomendación-.
Es verdad. He comido en restaurantes donde preparan la mejor carne; pero la peor cazuela de mariscos! Así que a esos restaurantes voy por un buen Bife Chorizo, y por la cazuela, voy a Bupos, que es una de las más sabrosas!
La promesa, cuando empecé con esta comunidad, era esa: encontrar la comida más sabrosa, fuera en el lugar que fuera! El restaurante en sí, nunca fue tan importante para mí, casos como el de Rafa el peruano, o la Churris en la mayorista, son vivo ejemplo de esto: carretas con hermosas joyas culinarias ¿cómo no darte la oportunidad de conocerlos así debas sentarte sobre una caja de cervezas o llueva sobre tu mesa? Lo importante es el bocado, el sabor, la experiencia final.
Otra cosa a manera de súplica: no conozco ningún restaurante en el mundo que no falle alguna vez. Si no te fue tan bien como a mi, no lo destroces y no te niegues una segunda oportunidad. Todos tenemos momentos difíciles. Muchos de mis favoritos de hoy en día, no me gustaron la primera vez… por eso promuevo en mis escritos, algo que todos debemos tener: “una profunda bondad culinaria”.
Me ha pasado exactamente igual. Yo casi siempre en cada restaurante “me caso” con un plato y dos veces le he recomendado un restaurante a amigos, en donde solamente había probado un plato y les ha ido mal y me he sentido mal pues me precio de dar buenas recomendaciones.
Después de la segunda vez, ya hago como vos, recomiendo platos y no restaurantes.